Estatua y  libro  para  EMILIO HERRERA  LINARES

Estatua y libro para EMILIO HERRERA LINARES

02 noviembre, 2018
  Portada  del  libro Emilio Herrera Linares Del Aire al “Mas Allá” Edición de C. Lázaro y A. Ricol. Ediciones de la Universidad de Granada, 2018. 220 páginas y 30 fotos B/N.  Emilio Herrera Linares (Granada, 13 de febrero de 1879-Ginebra, 13 de septiembre de 1967) fue uno de los personajes más singulares de la aeronáutica militar y la ciencia de la España del siglo XX, tocándole vivir —y en ocasiones, protagonizar— acontecimientos históricos relevantes de la historia contemporánea de España: las campañas de Marruecos, la dictadura de Miguel Primo de Rivera, la abdicación de Alfonso XIII, la proclamación de la II República y la Guerra Civil. La contienda civil marcó le marcó profundamente en el plano personal (perdió a su hijo, piloto de caza de las Fuerzas Aéreas de la República) y político social, porque rompió con la mayoría de sus amistades al ser fiel al juramento a la República y tomar el camino del exilio. Todos estos avatares se reflejan en la presente autobiografía, donde asoman personajes civiles y militares, españoles y extranjeros, que desde un amplio abanico social e ideológico jugaron un notable papel en su vida: P. Vives, A. Kindelán, L. Torres Quevedo, Alfonso XIII, A. Einstein, Jesús Fernández Duro, H. Guggenheim, E. Terradas, el Infante de Orleáns, L. Breguet, J. Ortiz-Echagüe, H. Eckener, A. Piccard, I. Prieto, J. de la Cierva, los hermanos Franco, C. de Haya, E. Moles y  H. Thomas, entre otros. En este sentido, dado que las anteriores ediciones de sus memorias hicieron más hincapié en el aspecto científico, los editores hemos preferido centrarnos en personajes y aspectos más aeronáuticos, brindando tanto en las fotografías (muchas de ellas desconocidas) notas al pie y bibliografía, nuevas informaciones o bibliografía.  En el libro se deja entrever el extraordinario currículum de Herrera: ingeniero militar fue piloto de globo, dirigible y aeroplano miembro de la primera promoción de pilotos militares y tripulante de globos en ascensiones aerostáticas nacionales e internacionales deportivas y científicas, el militar granadino se convirtió en el primer piloto que cruzó el estrecho de Gibraltar en avión junto a J. Ortiz Echagüe. Herrera fue el alma mater de la construcción y diseño del Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos(germen del actual Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial, INTA) y fundador de la Escuela Superior de Aerotecnia (futuro embrión de la ingeniería aeroespacial española). Después de haber sido delegado español en las primeras convenciones aéreas internacionales (CINA, CIANA), se convirtió en miembro de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, representó a España en la Conferencia de Desarme de la Sociedad de Naciones, proyectó una ascensión estratosférica con una escafandra de su invención (considerada por la NASA como el primer traje espacial) y en la Guerra Civil ascendió al empleo de general de las Fuerzas Aéreas de la República. Durante su exilio en Francia combinó una fructífera actividad científica en la Office National d’Études et de Recherches Aérospatiales(ONERA) y la UNESCO como consultor sobre temas de física nuclear, pero no abandonó su compromiso político con el gobierno de la República en el exilio, en el que desempeñó brevemente el cargo de Presidencia del Gobierno y el de Ministro de Asuntos Militares sin cartera hasta su muerte. Pero, quizás lo más sorprendente de estas memorias, es que se desgranan de una manera discreta y humilde, que no realza sus logros. En su autobiografía, Herrera decidió dejar un ameno testimonio de su vida, evitando el protagonismo y la narración de grandes gestas, prefiriendo la anécdota y el humor a la solemnidad, sin hacer un especial énfasis en el progreso científico que transformó el mundo. El ingeniero granadino no muestra una visión épica de la guerra, ni se recrea en la amargura de su tragedia familiar y el exilio. Herrera hizo frente a los embates de su destino con gran dignidad y todos los que le conocieron coinciden a la hora de señalar que nos legó unos valores que no se pueden medir, pesar o comprar. En la lápida de su tumba se inscribió: “No lo lloréis, imitadlo” y hoy en día Granada le honra con una estatua erigida junto al campus científico-técnico de su universidad. -   Carlos Lázaro Ávila     
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